«En efecto, aunque los hemos definido como diarios personales, lo que se ajusta inicialmente a la realidad, los blogs se diferenciaron de aquellos, también desde el principio, en dos cuestiones cruciales. La primera es que, mientras en un dietario clásico las entradas y anotaciones se producen en orden cronológico, de más antiguas a más recientes, en un blog se invierte dicho orden, de modo que se consulta comenzando por el final, retrocediendo en el tiempo a partir de ahí. La segunda, y mucho más importante, consiste en que por lo común los diarios personales estaban, y están, dedicados a atesorar los secretos de nuestra identidad más profunda. Todavía se venden en las papelerías libritos de hojas en blanco que se cierran como cajas fuertes bajo siete candados a fin de que nadie fisgue lo que allí escriben nuestras y nuestros adolescentes. Por el contrario, los blogs fueron ideados para ser leídos, y aun manipulados, por terceros, están llenos de enlaces a otros blogs que los demás escriben y, cualesquiera que sean los valores que en ellos se defiendan o estén presentes, la intimidad no forma parte de ese elenco. Antes bien, podríamos asumir que hay una cierta pasión por el exhibicionismo, a veces bajo la escusa de la comunicación, en toda la actividad que se desarrolla en la red. Al fin y al cabo, quien se abre una gabardina y enseña los genitales a los viandantes busca también una forma de comunicarse.»
La vida en un blog
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