Querida Elena

No me mientas: o te quitas años o tú no votaste la Constitución. Dices que conociste a Javier y que la votaste, que «si nos la quieren cambiar, tenemos derecho a decidir». ¿Por qué me mientes? O te quitas años o tú no votaste la Constitución. Javier quizás sí, pero tú no votaste la Constitución.

Yo no te miento: yo no voté la Constitución. Pero de haberlo podido hacer, quizás no la hubiera votado. No me gusta una Constitución que habla de «la indisoluble unidad de la Nación española, patria común de todos los españoles», que me hace súbdito de un rey y de su estirpe, que me obligaba a hacer el servicio militar, que cuenta con el ejército para defender la integridad territorial... No, no me gusta; quizás no la hubiera votado. Pero no la pude votar; de alguna manera, los que la votaron me la han impuesto. Y la sociedad española ha cambiado, se ha modernizado y quizás la Constitución, que al fin y al cabo es una ley —y no es de Dios—, también se puede modificar. Y a mí también me gustaría poder decidir.

Pero, Elena, no me mientas: tú tampoco la votaste. Javier quizás sí, pero tú seguro que no votaste la Constitución. No la podías votar. Y lo que no entiendo es por qué razón me quieres engañar, por qué nos quieres engañar.

Elena, si tienes cuarenta y seis años, el año 1978 tenías diecinueve y entonces no podías, aunque hubieras querido, votar la Constitución porque, según las Leyes Fundamentales del Reino vigentes, la mayoría de edad era a los veintiún años. Fue precisamente la Constitución quien rebajó la mayoría de edad a los dieciocho años. Pero, si no te quitas años, tú no la pudiste votar. Entonces, ¿a qué viene tu mentira? ¿Por qué nos quieres engañar? ¿Por qué me quieres engañar?

Yo ya no soy el niño que era cuando tú no votaste la Constitución, cuando el presidente del partido que te ha pedido que mientas pedía votar no a la Constitución. Se oponía a ella con argumentos aplastastes como «España una y no cincuenta y una» y tonterías así. Pero ya se sabe –Irak, Prestige...– que este señor es un mentiroso compulsivo... Y lo que no entiendo es que tú, que pareces una persona inteligente, te creas sus mentiras y mientas también.

Mira, Elena, lo que no entiendo es que digas que has hecho una cosa que no hiciste, que no pudiste hacer. Voy a pensar que obras de mala fe, que eres consciente de tu mentira, que sabes que el partido al cual cedes tu palabra falsa defiende el «patriotismo constitucional» con los mismos argumentos que algunos de sus miembros defendían el «movimiento nacional»... —pero, bueno, allá ellos; ya se sabe que los políticos son así.

Lo que no entiendo, Elena, es: tú, ¿por qué mientes?; tu mentira, ¿por qué?; ¿para qué, Elena? Pero no me respondas: no te voy a creer.

Atentamente...

(Ah, y recuerdos a Javier.)

1 comentari:

  1. Mira que no vaig entendre pas res del post quan el vagi llegir fa uns dies..., però avui he rebut un correu que explicava això del mal càlcul d'anys en la campanya contra l'Estatut que ha engegat el PP!

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